Adaptarse a nuevas situaciones.

 

La adaptación es, en sociología y psicología, el proceso por el cual un grupo o un individuo modifican sus patrones de comportamiento para ajustarse a las normas imperantes en el medio social en el que se mueve. Al adaptarse, un sujeto abandona hábitos o prácticas que formaban parte de su comportamiento, pero que están negativamente evaluadas en el ámbito al que desea integrarse, y eventualmente adquiere otros en consonancia con las expectativas que se tienen de su nuevo rol. La adaptación, en este sentido, es una forma de socialización secundaria, ya que opera tomando como base las habilidades sociales con las que el sujeto ya cuenta.

Tener capacidad para adaptarse a nuevas situaciones implica estar predispuesto a considerar el cambio como una oportunidad estimulante en lugar de una amenaza.

Una persona que posea esta capacidad de adaptación tiene las siguientes características:

· Interpretar de una forma más flexible los hechos que acontecen a su entorno

· Maneja con desenvoltura exigencias múltiples y prioridades cambiantes

· Integra los cambios explícitos y no explícitos que ocurren en su entorno

· Adaptar las propias reacciones y tácticas a circunstancias cambiantes

Casos típicos de situaciones que implican adaptación son los cambios en rol profesional o educativo —como el ingreso a estudios superiores de un sujeto cuyo origen social no está en la clase profesional liberal— o las migraciones, temporales o definitivas, que exigen la adopción rápida de cánones de comportamiento ajenos al milieu original del individuo.

El ejemplo más obvio y común sería el de un niño que entra a un nuevo colegio.

Para el niño su entrada en la escuela es una experiencia de separación de la familia y una adaptación a situaciones nuevas, en un ámbito desconocido, con la consiguiente inseguridad que esto genera.
Cada niño tiene una personalidad propia, una familia, un momento madurativo y afectivo distintos, por lo que su proceso de adaptación será también distinto.

Consideramos que el niño está adaptado cuando es capaz de intercambiar experiencias, cuando habla en casa de lo que sucede en la escuela, y en ésta de lo que vive y pasa en casa, cuando ofrece y acepta una comunicación afectiva con la educadora y con sus compañeros. Si esto sucede, utiliza más y mejor el espacio y los materiales y su relación y contacto en y con el grupo es más abierta y espontánea.
Habrá niños que no demuestren ningún rechazo, otros que no lo manifestarán los primeros días y sin embargo lo sufran después, niños que lloran sólo al principio, otros que tan solo rechacen momentos concretos: comida, dormitorio, entrada etc.

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